Padre e hijo follan juntos

Mientras el padre lee tranquilamente un libro, llevando solo una camiseta, su hijo recién salido de la ducha va al salón, solo con una toalla, y se la quita delante de su padre para que pueda comprobar por sí mismo el cuerpo que ha heredado de él. El padre levanta la vista del libro y comprueba el magnífico cuerpo de su hijo, mientras este se acerca. El padre le pregunta que tal la ducha, y le comenta que tiene un cuerpo precioso, mientras masajea con su mano su enorme pene, que ha comenzado a despertarse al ver a su retoño como Dios le trajo al mundo. Su hijo se echa sobre él, y ambos comienzan a besarse y acariciarse. Están siendo cariñosos el uno con el otro, lo normal entre un padre y un hijo. El padre comienza a levantarse la camiseta, con la ayuda de su hijo, dejando al descubierto sus fornidos y velludos pectorales, que son la envidia de su hijo, que siempre ha querido tener el velludo y musculoso cuerpo de su padre, aunque este le diga que su cuerpo es perfecto tal y como esta.


 El hijo comienza a lamer con delicadeza los sensibles pezones de su padre, algo que a ambos les encanta, para posteriormente ir bajando por sus abdominales marcados hasta llegar al vello púbico, donde el hijo agarra el pesado miembro de su padre y se lo introduce con dificulta en la boca. 


Mientras el hijo chupa el órgano por el que su padre le introdujo en la vagina de su madre para poder darle la vida, este gime de placer mientras acaricia la cabeza de su querido hijo. El padre sabe que sus hijo hace las mejores mamadas, por lo que no necesita irse a buscar nada fuera. Al hijo le encanta la enorme herramienta de su padre, siempre velluda y llena de enorme venas que hacen que el pene de su padre alcanza un tamaño descomunal. El padre no puede contener los gemidos, su hijo le está lamiendo el glande mientras tira de sus testículos hacia abajo. Después de un rato de mamar, ambos vuelven a besarse y abrazarse totalmente desnudos, mientras el padre acaricia el gran culo de su hijo, conseguido con mucho deporte y entrenamiento, que ambos realizan juntos desde hace varios años. Después rozan sus pollas, para disfrute de ambos. Cuando el hijo se incorpora, su padre agarra rápidamente el rabo de su hijo, y se la mete en la boca sin pensarlo, haciéndole una de las mejores felaciones que su hijo recuerda desde que estas empezaron. 



Mientras el padre saborea el pene de su hijo, acaricia el suyo con delicadeza haciendo de esta una escena perfecta del amor que ambos sienten el uno por el otro. El hijo no puede contener los gemidos, y cuando el padre levanta la vista, este le mira con cariño. 


La curvatura del pene de su hijo es una de las características de su retoño que más le gustan, por lo que se le queda mirando y no duda en seguir mamando aquello que a los hombres nos hace disfrutar más. Mientras su hijo le acaricia con cariño la espalda. Después de los últimos lametones ambos se funden en un beso que hace que el hijo saboree el sabor de su propio pene. El hijo quiere devolverle el favor a su padre por lo que baja hasta su rabo, y comienza a mamarlo con ganas, mientras que su padre le acaricia el cabello. La tremenda polla de su padre es demasiado grande para su garganta, pero aun así no cesa en su empeño de chupar lo máximo posible. El característico olor de su padre, a sudor y gel de afeitar, hace que su hijo chupe con mas ganas la herramienta de su progenitor. Ambos se miran, mientras lo hacen y después se besan. Ningún padre y ningún hijo se quieren tanto y con tanta pasión como estos dos, ellos lo saben, pero les da igual lo que opinen los demás, ambos disfrutan de lo que hacen y eso es lo importante. 

Después de un largo beso, el padre vuelve a bajar a la querida y curvada polla de su hijo, donde continua una mamada que antes no pudo acabar. Su garganta le permite introducirse penes de gran  tamaño en la boca sin problema, aunque el tamaño de la de su hijo y su curvatura se lo dificultan. Ninguno dice nada, pero ambos están disfrutando como nunca. Después se recuestan en el sofá, mientras se besan, el padre abre el culo de su hijo, dejando al descubierto su estrecho agujero anal, heredado sin duda de su padre. Al rato, ambos se levantan y el hijo se tumba boca arriba con las piernas abiertas y mirando a su padre con una mirada muy excitante. El padre se tumba sobre él, le besa y le acaricia, su hijo es para él uno de los hombres más perfectos que ha visto, está muy orgulloso de él. Después de bajar por el tumbado cuerpo de su retoño, llega a su estrecho agujero, donde el padre no duda en meter la lengua haciendo que su hijo empiece irremediablemente a gemir. Ese el punto que más excita al hijo, y su padre lo sabe, por eso se lo chupa con cariño y delicadeza. Ambos están ya muy calientes, y saben que ha llegado el momento de unirse. Por lo que es el padre, casi siempre activo, el que coge su enorme pene y lo introduce con cuidado en el estrecho ano de su hijo, que mientras se masturba mirando a su querido padre. Cuando el pene está dentro y ambos están unidos, el padre comienza a mover salvajemente la pelvis haciendo que el estrecho ano de su hijo se llene y vacíe a una enorme velocidad, haciendo que su hijo sienta un dolor que después se convierte en un enorme placer.

Mientras el padre hace lo que mejor sabe hacer, meter su pene en un agujero, el hijo le mira y se masturba pidiéndole más. En ese momento le viene a la cabeza al padre, la imagen de la vez que dejo embarazada a la madre de su hijo, ya que ambos se parecen muchísimo incluso en la forma de gemir. Aunque el padre disfruta más introduciéndole su orgullo masculino por el culo a su hijo que por la vagina a la madre de este. Ambos están sudando y disfrutando juntos, ambos se quieren y esa es la mejor manera de demostrarlo. Después de un rato, el padre se la saca, y su hijo se coloca a cuatro patas, para después el padre volver a introducir su pene en el ano de su hijo. Cuando ha pasado un rato donde ambos han gemido y disfrutando como cerdos, el padre saca su polla del orificio de su hijo y se corre en su espalda gimiendo de placer. Aunque el padre está agotado, su hijo aún no está satisfecho y le pide ser él ahora el activo, su padre accede solo por hacer disfrutar a su hijo. Mientras el padre se pone a cuatro patas, el hijo comienza a abrir el culo de su padre y a ver su agujero anal. 


El agujero anal tanto del padre como del hijo es estrecho, ya que tanto el tamaño del pene como el del ano, o la cantidad de vello púbico y anal, se suelen heredar del padre. A pesar de esto, el rol pasivo del hijo hace que su ano se dilate con más facilidad y menor dolor, sin embargo el rol activo del padre dificulta su dilatación y por tanto hace que sufra más a la hora de ser penetrado. El hijo sabe esto y por eso aplica con cariño saliva con la lengua en el ano de su padre, haciendo que se dilate un poco y facilitando la posterior introducción de su miembro. Cuando cree que ya está suficientemente dilatado, le mete con suavidad su pene en el pequeño y velludo orificio de su padre, haciendo que este se estremezca y gima como nunca antes lo había hecho. 



Hacía muchos años que el padre no dejaba que su hijo se la metiera por el ano, y la última vez su pene no era tan grande, con lo cual nunca antes al padre la habían metido algo tan grande en su querido y cuidado orificio anal. Cuando el hijo se iba a correr, saco el pene de su padre, haciendo que este se tumbara boca arriba exhausto y sin poder apenas hablar, para después verter su joven leche en el masculino pecho de su padre. Cuando terminó, ambos se fundieron un beso y en un abrazo, demostrándonos que el sexo entre padre e hijo puede ser un motivo de mucho cariño y amor.



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